Evaluando la evaluación... ¿qué me estas contando?
- JuanCere
- 13 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Pues yo contarte te cuento lo que quieras o , mejor dicho, lo que pueda. Pues aún me estoy iniciando en estos mundos de la docencia.
La pasada clase nos permitió abordar el tan temido mundo de la evaluación, temido entre los alumnos seguramente por el estigma que durante siglos se ha ido creando entorno a esta herramienta. Un arma a disposición del profesor para poder ejercer su posición dominante en el aula, algo para nada cierto.

El proceso de evaluación siempre ha tenido como principal objetivo permitir al alumno plasmar todos aquellos contenidos que teóricamente "han adquirido" al finalizar una clase, un tema o un curso escolar. Y nadie niega que no sea necesario este tipo de objetivos, tanto para estar seguros que el alumno sale con los conocimientos necesarios para promocionar, como para ver representado (en unas notas) que en la clase que impartimos no se pierde el tiempo.
Ahora bien, independientemente de la opinión personal que nos hayamos podido crear cada uno lo que es innegable es el hecho de que casi ningún alumno espera como agua de mayo el examen final, que en una gran mayoría dicho examen genera nervios, ansiedad e incluso depresión, y que en un grupo más reducido de chic@s la evaluación llega ser el último impulso que necesitan para aventurarse a abandonar sus estudios antes de alcanzar su meta. ¿Qué se esta haciendo mal entonces? A mi me gusta preguntarme mejor, ¿que cosas positivas no se han incluido aún en el mundo de la evaluación?. Como vimos en clase, es necesario normalizar todo lo que rodea a la necesidad educativa de evaluar al alumnado hasta conseguir que esos alumn@s terminen por verla como un componente más de su aprendizaje. Un componente con el que todos aprendemos.
Esa evaluación, no tan del futuro, esta abierta a mejorar la calidad de la clase de muchas maneras diferentes. Incluir un feedback en este proceso sería algo verdaderamente positivo para los alumnos. Que nos muestren, de una forma constructiva, en que fallemos nos anima a querer mejorar para un día poder ser nosotros los que podamos llevar a cabo ese feedback con otros miembros de la clase. Y es que además, un alumno que lucha por mejorar esta llevando a cabo un proceso de aprendizaje implícito en dicho proceso de mejora. Pero es que el feedback no acaba aquí... pues también hay que recordarles todo aquello que hacen bien, aquello por lo que tú, el PROFE, les admiras y piensas que pueden usar para ayudar a otros compañeros. Al final, si os dais cuenta lo que estamos haciendo es crear un clima positivo de optimismo y ganas de mejorar en clase. Otro factor muy positivo es tener una cierta capacidad para evaluar el mayor número de aspectos distintos posibles, de tal forma que un alumno que tenga una mayor dificultad en un tipo concreto de prueba tenga la capacidad de destacar en otros aspectos igualmente evaluables y no verse así como un fracasado que no tiene nada que hacer en la escuela. Por supuesto que habrá que decirle en que esta fallando y orientarle hacia una mejora, pero siempre será más fácil si es consciente de que nadie es perfecto ni nadie es un incapaz.

Es por ello que un proceso evaluativo debería entenderse como una parte más del proceso de aprendizaje y no como la herramienta externa a él que se encarga de determinar como de satisfactorio a sido dicho proceso. ¿Y cómo podemos dar ese giro? Pues ni más ni menos que haciéndoles una vez más participes de su propio aprendizaje, haciéndoles participes de su propia evaluación. Una evaluación que vendrá desde una visión grupal de clase, de una visión personal de cada alumno y de la visión positiva del profesor. Una evaluación positiva y constructiva hará que el alumno tenga un interés real por mejorar, así como un interés por ayudar a sus iguales cuando su opción ha sido la mejor valorada.
Hacer a los alumnos colaborar entre ellos no solo para trabajar, sino también, para autoevaluarse puede ser una clave más en el afán docente por generar un ambiente positivo y afable en el aula. Pues ser capaces de analizarse los errores los unos a los otros, así como proponer soluciones constructivas y dar consejos, es un gran aprendizaje para saber desenvolverse con éxito en el mundo exterior.
Y por último, no podía despedir este post sin mencionar una de las herramientas más útiles y efectivas para desempeñar un correcto y justo proceso de evaluación. Ti-nin, ti-nan.... las famosas ¡¡¡rúbricas!!!. Siento tanto entusiasmo pero es que esta herramienta me tiene enamorado desde el primer momento en que supimos de ella en la clase de TICs. Pero, y ¿por que tanto entusiasmo?, pues porque la utilización de estas rúbricas en el aula nos permite compartir con nuestros alumnos que es lo que esperamos de ellos. Es decir, que es aquello que nosotros como docentes consideramos como conocimientos y aptitudes necesarias para pasar con éxito lo que se esta evaluando. De esta manera los chavales pueden darnos sus impresiones sobre lo que se va a evaluar, siendo posible un diálogo que pueda acabar en un consenso para cambiar ciertos puntos si es necesario. A sí mismo, se le brinda a cada alumno la autonomía para aprender a gestionar su progreso de forma que sean conscientes de en que nivel se encuentran en cada momento, y que es lo que tienen que hacer hasta alcanzar el nivel que se han propuesto. Visualizar los pasos a seguir anima al alumnado e ir superando las distintas etapas, con sus correspondientes pruebas y/o trabjos, recogidas en la rúbrica les proporciona un feedback inmediato.

Y hasta aquí mi post de esta semana, abierto por supuesto a vuestra sana evaluación. Y no os olvidéis del dicho... ¡¡¡EDUCANDO, HAY FUTURO!!!
Comments